Me llamo Cass, nací hace diecisiete años, cuando los dragones
bajaron y destruyeron los Siete Reinos. Yo soy una de las pocas supervivientes
que quedó, cosa verdaderamente extraña, porque no era más que una cría. La
curandera del pueblo dice que me encontró junto a los cadáveres de mis padres, ella cree que murieron por
salvarme. Desde que me encontró he vivido con ella, la única de esta aldea del
Reino de la Tierra
que no desea verme muerta, y junto a ella he aprendido varias cosas sobre
sanación, aunque claro esta que ninguno de este pueblo querrá que yo lo cure.
Mañana los Reyes Drakavis de los Siete Reinos vendrán al
pueblo. ¿Por qué? Bueno, nuestro Magíster, un viejo verde, calvo y gordo, los
ha invitado. Quiere que los Reyes pongan tropas Drakavis en los límites del
pueblo para evitar que siga habiendo desapariciones.
La aldea está en los límites del Bosque de los Ocultos, un
bosque que está infestado de todo tipo de seres oscuros y el cual me encanta
visitar. Suelo ir a cazar con mi arco y a pasear cuando quiero salir de aquí,
cuando me siento atrapada.
Ayer por la noche estaba junto a Fabra, la curandera, cuando
una multitud furiosa empezó a aporrear la puerta de nuestra vieja y destartalada
casa con olor a moho y a humo. Yo me quedé paralizada y miré a Fabra, esta
estaba tan blanca como su pelo y las arrugas parecían marcársele por segundos.
La puerta no duró mucho y los viejos y desgastados goznes
cedieron. Para nuestra sorpresa, los aldeanos, los cuales iban armados con
antorchas, no entraron. Poco a poco la multitud fue abriendo un amplio pasillo
para dejar pasar al Magíster.
-
Cass, tenemos buenas noticias- dijo el Magíster con una
sonrisa sádica y burlona en los labios y con un clarísimo deje de burla en su
ronca voz.
No me atreví a abrir la boca, no me fiaba de él ni un pelo,
sabía que me tenía algo preparado, y claro está que no me equivoque.
-
Te vamos a ofrecer como presa para la caza de los
Drakavis.- una sonrisa aun mayor tomo vida en los carnosos y babosos labios del
Magíster Leor.
Una áspera carcajada rompió el silencio que se hizo tras el
anunció del Magíster. Fabra lo miraba con odio e ira contenida.
-
No os permitiré que le pongáis ni una sola mano encima
a Cass.- dijo Fabra casi a gritos- ya le habéis hecho demasiado daño.
Con una siniestra sonrisa el Magíster Leor hizo una seña con
la mano casi imperceptible y toda la aldea entro en tropel en la casa. Alguien
me golpeo en la cabeza y mi vista se nublo, dejándome casi ciega. Lo siguiente
que recuerdo es que unos cuantos me arrastraban con poca delicadeza y que me
golpeaban sin piedad alguna.
Al final acabé desmayándome, o eso creo, porque no recuerdo
que me hubiesen metido en esta jaula y me hubiesen llevado a la plaza de la aldea.
El sol salía por el horizonte, bañando con los primeros
rayos el oscuro cielo, que poco a poco iba tomando un tono celeste. Durante la
noche había nevado y ahora el aire era tan frío que tenía la sensación de que
se calaba en mis huesos y me helaba la sangre.
Estoy verdaderamente asustada. Los Drakavis me iban a cazar
como si fuera un maldito wendigo, como a un animal y una vez me hubiesen cogido
harían conmigo lo que quisieran. Necesito escapar, pero no se como.
Mis pensamientos se detienen en cuanto veo como el Magíster
Leor baja por la calle principal y viene hacia mi con un montón de consejeros.
-
¿Qué tal has pasado la noche?- me pregunta con una
sonrisa bobalicona en los labios
Le dirijo una mirada fulminante con mis dorados ojos. Si no
estuviese encerrada en esta jaula, acabaría con él sin pensármelo dos veces.
Suspiró exasperada y un terrible dolor me recorre el pecho, obligándome ahogar
un grito. El Magíster se vuelve a reír y sus consejeros lo imitan
“Lameculos” pienso para mí con toda la rabia que soy capaz
de concentrar.
-
Los Drakavis llegaran en unas horas, te daremos una
ventaja de quince minutos, después sus ejércitos te perseguirán hasta darte
caza- mientras Leor decía esas palabras que apenas era capaz de procesar, se
pasea de un lado a otro, haciendo movimientos exagerados y ridículos con sus
sebosas manos.
¿Ejércitos? ¿Los ejércitos de los Reyes Drakavis iban a
cazarme? Genial, ahora si que estaba perdida.
-
¿Dónde será la cacería?- le preguntó mientras un
escalofrío me recorre la espalda.
-
En el Bosque de los Ocultos- cuando dice esas palabras
su piel parece palidecer. Todos los de la aldea tienen verdadero pavor a ese
bosque, no saben lo que se pierden, no saben las maravillas que se ocultan tras
todos esos seres ocultos.
Sonrió para mis adentros, tal vez haya alguna escapatoria,
conozco bastante bien ese bosque, tanto como a la palma de mi mano. Ahora mi
único problema es el ejercito Drakavis de la Tierra , ellos nunca se perderían en el Bosque.
El Magíster se marcha tal y como ha venido con sus
consejeros. Todos se ríen, verdaderamente tienen ganas de verme muerta.
Al cabo de dos horas, empiezo a escuchar el sonido de
montones de cascos de caballos, de carretas, de voces que gritan la llegada de
los Drakavis.
“Genial, voy a tener que salir a correr dentro de poco y aun
no me puedo ni mover”.
Suspiro y con cuidado empiezo a incorporarme, apoyándome en
los barrotes de mi prisión.
La plaza se empieza a llenar de gente que grita y aplaude.
Todos los que pasan a mi lado me miran con desprecio y me recuerdan que dentro
de poco seré el juguete nuevo de algún Drakavi.
Mi cabeza empieza a montar un plan, a buscar algún camino
del Bosque que sea poco conocido y me permita salvar el cuello, pero no
encuentro nada, nada que pueda salvarme… Si al menos pudiese ver a Fabra una vez
más…
El hilo que siguen mis pensamientos se ve interrumpido
cuando el primero de los ejércitos empieza a entran en la plaza. El ejército
Drakavis del Éter. Los Drakavis del Éter son manipuladores, falsos y
embusteros, pero no por ello dejan de ser uno de los Drakavis más peligrosos.
Los Éter se alimentan de la energía vital de todo lo que les rodea, ya sea un
árbol o un pobre aldeano.
Un escalofrío me recorre la espalda cuando el Rey Drakavi
del Éter me mira fijamente. Me obligo a apartar la mirada, temiendo que se
alimente de mí, si un Éter me atrapase…, no quiero ni pensarlo.
Los siguientes en entrar fueron los Drakavis del Agua y del
Aire. Eran los Reinos más unidos, siempre luchaban juntos, codo con codo.
También eran los más compasivos, por suerte para mí. La Reina Drakavi del Agua me miró
y sus ojos se oscurecieron, no me explico por qué, pero solo espero que eso
signifique que no se unirá a la cacería.
Los próximos en entrar fueron los Drakavis de la Tierra , tan grandes y
fuertes como ninguno, tan majestuosos y… tan brutos.
Dejo escapar un suspiro, de lo cual me arrepiento con toda
mi alma, apenas puedo soportar el dolor del pecho. Cierro los ojos con fuerzas
y me concentro en mi respiración, necesito mantenerme fría para poder escapar,
no puedo dejar que el dolor me controle.
Los Drakavis del Fuego y la Oscuridad entraron
juntos, mezclados más bien. Eran muy parecidos, duros y despiadados, pero
leales a su palabra.
Los últimos fueron los Drakavis de la Luz , los peores en mi opinión.
No tienen piedad y creen en una justicia absoluta que acaba con la vida de
montones de humanos.
Cuando todos los ejércitos y reyes están en la plaza, el Magíster
Leor empieza a hablar, a decirles cuanto se alegra de que estén aquí y de lo
agradecido que se siente por ello.
-
Reyes y Reinas Drakavis- dice mientras recorre con la
mirada toda la plaza, hasta situarla sobre mí- mi pueblo os quiere entregar una
presa.
Siento como todas las miradas se posan en mí. Son muchos,
demasiados y la mayoría de ellos parecen deseosos de hacerse conmigo.
El Magíster empieza a explicar como va ha funcionar la cacería,
pero por supuesto no habla de reglas, nadie le pone reglas a los Drakavis.
Paseo la mirada por la plaza, examinándolo todo. Es entonces
cuando mi mirada se ve atrapada por los oscuros ojos de un Drakavi, un
guerrero.
Su ceño esta fruncido, ensombreciendo sus ojos oscuros. El pelo
negro le cae sobre los ojos, dándole un aspecto oscuro y siniestro. No puedo
evitar estremecerme. ¿Cómo un rostro tan hermoso puede tener una expresión tan
aterradora?
Un estruendo me saca de mis pensamientos, la puerta de la
jaula se ha abierto y todos parecen estar esperando a que salga. Tardo unos
segundos en reaccionar, pero cuando lo hago salgo a correr, olvidando el dolor
que me taladra el pecho, ignorando los miles de ojos que se posan en mí
mientras corro en dirección al Bosque de los Ocultos. Lo veo cerca, solo está a
unos metros, pero antes de que consiga adentrarme en él, escucho montones de
cascos de caballos partir al galope y perros que ladran furiosos.
No puede ser, es imposible que ya hayan pasado quince
minutos, no…
Sin detenerme para mirar atrás me adentro en las sombras del
Bosque, agradecida por engullirme en ellas.
Q buen comienzo!!me has convencido, vale la pena seguirte ;)
ResponderEliminarmuchisimas gracias, me alegra un monton leer eso :33
Eliminara ver si hoy me da tiempo de subir el segundo
Me ha gustado mucho el comienzo, sigue, te recomiendo un blog wattapad.com, es mas sencillo, y puede subir varias historias. suerte.
ResponderEliminarok, muchisimas gracias, a ver si le echo un vistazo
EliminarMUY BUENO, SIGUE ESCRIBIENDO, PLS :33
ResponderEliminarAMY
aaaah, mi niñaaa!!!
Eliminarmuchas graciaas