miércoles, 3 de abril de 2013

Capítulo 1


Me llamo Cass, nací hace diecisiete años, cuando los dragones bajaron y destruyeron los Siete Reinos. Yo soy una de las pocas supervivientes que quedó, cosa verdaderamente extraña, porque no era más que una cría. La curandera del pueblo dice que me encontró junto a los cadáveres de  mis padres, ella cree que murieron por salvarme. Desde que me encontró he vivido con ella, la única de esta aldea del Reino de la Tierra que no desea verme muerta, y junto a ella he aprendido varias cosas sobre sanación, aunque claro esta que ninguno de este pueblo querrá que yo lo cure.

Mañana los Reyes Drakavis de los Siete Reinos vendrán al pueblo. ¿Por qué? Bueno, nuestro Magíster, un viejo verde, calvo y gordo, los ha invitado. Quiere que los Reyes pongan tropas Drakavis en los límites del pueblo para evitar que siga habiendo desapariciones.

La aldea está en los límites del Bosque de los Ocultos, un bosque que está infestado de todo tipo de seres oscuros y el cual me encanta visitar. Suelo ir a cazar con mi arco y a pasear cuando quiero salir de aquí, cuando me siento atrapada.

Ayer por la noche estaba junto a Fabra, la curandera, cuando una multitud furiosa empezó a aporrear la puerta de nuestra vieja y destartalada casa con olor a moho y a humo. Yo me quedé paralizada y miré a Fabra, esta estaba tan blanca como su pelo y las arrugas parecían marcársele por segundos.
La puerta no duró mucho y los viejos y desgastados goznes cedieron. Para nuestra sorpresa, los aldeanos, los cuales iban armados con antorchas, no entraron. Poco a poco la multitud fue abriendo un amplio pasillo para dejar pasar al Magíster.

-          Cass, tenemos buenas noticias- dijo el Magíster con una sonrisa sádica y burlona en los labios y con un clarísimo deje de burla en su ronca voz.

No me atreví a abrir la boca, no me fiaba de él ni un pelo, sabía que me tenía algo preparado, y claro está que no me equivoque.

-          Te vamos a ofrecer como presa para la caza de los Drakavis.- una sonrisa aun mayor tomo vida en los carnosos y babosos labios del Magíster Leor.

Una áspera carcajada rompió el silencio que se hizo tras el anunció del Magíster. Fabra lo miraba con odio e ira contenida.

-          No os permitiré que le pongáis ni una sola mano encima a Cass.- dijo Fabra casi a gritos- ya le habéis hecho demasiado daño.

Con una siniestra sonrisa el Magíster Leor hizo una seña con la mano casi imperceptible y toda la aldea entro en tropel en la casa. Alguien me golpeo en la cabeza y mi vista se nublo, dejándome casi ciega. Lo siguiente que recuerdo es que unos cuantos me arrastraban con poca delicadeza y que me golpeaban sin piedad alguna.

Al final acabé desmayándome, o eso creo, porque no recuerdo que me hubiesen metido en esta jaula y me hubiesen llevado a la plaza de la aldea.


El sol salía por el horizonte, bañando con los primeros rayos el oscuro cielo, que poco a poco iba tomando un tono celeste. Durante la noche había nevado y ahora el aire era tan frío que tenía la sensación de que se calaba en mis huesos y me helaba la sangre.
Estoy verdaderamente asustada. Los Drakavis me iban a cazar como si fuera un maldito wendigo, como a un animal y una vez me hubiesen cogido harían conmigo lo que quisieran. Necesito escapar, pero no se como.

Mis pensamientos se detienen en cuanto veo como el Magíster Leor baja por la calle principal y viene hacia mi con un montón de consejeros.

-          ¿Qué tal has pasado la noche?- me pregunta con una sonrisa bobalicona en los labios

Le dirijo una mirada fulminante con mis dorados ojos. Si no estuviese encerrada en esta jaula, acabaría con él sin pensármelo dos veces. Suspiró exasperada y un terrible dolor me recorre el pecho, obligándome ahogar un grito. El Magíster se vuelve a reír y sus consejeros lo imitan

“Lameculos” pienso para mí con toda la rabia que soy capaz de concentrar.

-          Los Drakavis llegaran en unas horas, te daremos una ventaja de quince minutos, después sus ejércitos te perseguirán hasta darte caza- mientras Leor decía esas palabras que apenas era capaz de procesar, se pasea de un lado a otro, haciendo movimientos exagerados y ridículos con sus sebosas manos.

¿Ejércitos? ¿Los ejércitos de los Reyes Drakavis iban a cazarme? Genial, ahora si que estaba perdida.

-          ¿Dónde será la cacería?- le preguntó mientras un escalofrío me recorre la espalda.
-          En el Bosque de los Ocultos- cuando dice esas palabras su piel parece palidecer. Todos los de la aldea tienen verdadero pavor a ese bosque, no saben lo que se pierden, no saben las maravillas que se ocultan tras todos esos seres ocultos.

Sonrió para mis adentros, tal vez haya alguna escapatoria, conozco bastante bien ese bosque, tanto como a la palma de mi mano. Ahora mi único problema es el ejercito Drakavis de la Tierra, ellos nunca se perderían en el Bosque.

El Magíster se marcha tal y como ha venido con sus consejeros. Todos se ríen, verdaderamente tienen ganas de verme muerta.

Al cabo de dos horas, empiezo a escuchar el sonido de montones de cascos de caballos, de carretas, de voces que gritan la llegada de los Drakavis.
“Genial, voy a tener que salir a correr dentro de poco y aun no me puedo ni mover”.
Suspiro y con cuidado empiezo a incorporarme, apoyándome en los barrotes de mi prisión.
La plaza se empieza a llenar de gente que grita y aplaude. Todos los que pasan a mi lado me miran con desprecio y me recuerdan que dentro de poco seré el juguete nuevo de algún Drakavi.
Mi cabeza empieza a montar un plan, a buscar algún camino del Bosque que sea poco conocido y me permita salvar el cuello, pero no encuentro nada, nada que pueda salvarme… Si al menos pudiese ver a Fabra una vez más…
El hilo que siguen mis pensamientos se ve interrumpido cuando el primero de los ejércitos empieza a entran en la plaza. El ejército Drakavis del Éter. Los Drakavis del Éter son manipuladores, falsos y embusteros, pero no por ello dejan de ser uno de los Drakavis más peligrosos. Los Éter se alimentan de la energía vital de todo lo que les rodea, ya sea un árbol o un pobre aldeano.
Un escalofrío me recorre la espalda cuando el Rey Drakavi del Éter me mira fijamente. Me obligo a apartar la mirada, temiendo que se alimente de mí, si un Éter me atrapase…, no quiero ni pensarlo.
Los siguientes en entrar fueron los Drakavis del Agua y del Aire. Eran los Reinos más unidos, siempre luchaban juntos, codo con codo. También eran los más compasivos, por suerte para mí. La Reina Drakavi del Agua me miró y sus ojos se oscurecieron, no me explico por qué, pero solo espero que eso signifique que no se unirá a la cacería.
Los próximos en entrar fueron los Drakavis de la Tierra, tan grandes y fuertes como ninguno, tan majestuosos y…  tan brutos.
Dejo escapar un suspiro, de lo cual me arrepiento con toda mi alma, apenas puedo soportar el dolor del pecho. Cierro los ojos con fuerzas y me concentro en mi respiración, necesito mantenerme fría para poder escapar, no puedo dejar que el dolor me controle.
Los Drakavis del Fuego y la Oscuridad entraron juntos, mezclados más bien. Eran muy parecidos, duros y despiadados, pero leales a su palabra.
Los últimos fueron los Drakavis de la Luz, los peores en mi opinión. No tienen piedad y creen en una justicia absoluta que acaba con la vida de montones de humanos.

Cuando todos los ejércitos y reyes están en la plaza, el Magíster Leor empieza a hablar, a decirles cuanto se alegra de que estén aquí y de lo agradecido que se siente por ello.

-          Reyes y Reinas Drakavis- dice mientras recorre con la mirada toda la plaza, hasta situarla sobre mí- mi pueblo os quiere entregar una presa.

Siento como todas las miradas se posan en mí. Son muchos, demasiados y la mayoría de ellos parecen deseosos de hacerse conmigo.
El Magíster empieza a explicar como va ha funcionar la cacería, pero por supuesto no habla de reglas, nadie le pone reglas a los Drakavis.
Paseo la mirada por la plaza, examinándolo todo. Es entonces cuando mi mirada se ve atrapada por los oscuros ojos de un Drakavi, un guerrero.
Su ceño esta fruncido, ensombreciendo sus ojos oscuros. El pelo negro le cae sobre los ojos, dándole un aspecto oscuro y siniestro. No puedo evitar estremecerme. ¿Cómo un rostro tan hermoso puede tener una expresión tan aterradora?

Un estruendo me saca de mis pensamientos, la puerta de la jaula se ha abierto y todos parecen estar esperando a que salga. Tardo unos segundos en reaccionar, pero cuando lo hago salgo a correr, olvidando el dolor que me taladra el pecho, ignorando los miles de ojos que se posan en mí mientras corro en dirección al Bosque de los Ocultos. Lo veo cerca, solo está a unos metros, pero antes de que consiga adentrarme en él, escucho montones de cascos de caballos partir al galope y perros que ladran furiosos.
No puede ser, es imposible que ya hayan pasado quince minutos, no…
Sin detenerme para mirar atrás me adentro en las sombras del Bosque, agradecida por engullirme en ellas.

6 comentarios:

  1. Q buen comienzo!!me has convencido, vale la pena seguirte ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. muchisimas gracias, me alegra un monton leer eso :33
      a ver si hoy me da tiempo de subir el segundo

      Eliminar
  2. Me ha gustado mucho el comienzo, sigue, te recomiendo un blog wattapad.com, es mas sencillo, y puede subir varias historias. suerte.

    ResponderEliminar
  3. MUY BUENO, SIGUE ESCRIBIENDO, PLS :33
    AMY

    ResponderEliminar